Crónica Rubén Antonio Oxcal
Yo lo viví.
TERREMOTO EN SAN
PEDRO SACATEPEQUEZ
En el Departamento de
Guatemala.
Era un
día martes como muchos otros, la noche
ya cubría con su sombra la población, el tejado de las casas de adobe se enfriaba poco a poco después de haber
recibido el calor sofocante del día, los
habitantes de mi pueblo como de costumbre se reunían en la cocina para saborear
la cena que mamá había preparado con todo su esmero mmm…., ya se sentía el olor
a frijolito y las sabrosas tortillas
calientes recién salidas del comal.
5 av. zona 2, camino a Buena Vista
El perro estaba atento esperando que algún
patojo le tirara alguna tortilla, para darse el también el gran banquete que
bien merecido se lo tenía, porque ha
pasado horas y horas cuidando la casa.
Todos estaban felices, riéndose de los acontecimientos del día. El jefe de la casa hablaba de su trabajo y
del cansancio que le toco vivir ese día, pero decía sentirse muy feliz porque
las camisas que le habían encargado ya
casi estaban terminadas y
solamente le faltaban colocarles los botones, plancharlas y listo. Y es que las maquinas de
pedal eran los instrumento de aquel
entonces. Y así, en cada casa de mi pueblo, cada familia abordaba un tema
diferente, unos hablaban de la escuela, otros de la cosecha del maíz, algunos
quizás del alcalde, pero en la mayoría de casas hablaban de la confección de
las camisas, ya que era uno de los
trabajos que la mayoría de Sampedranos
aprendía desde pequeño.
Las horas avanzaban poco a poco,
- las bombillas amarillentas de cada casa
se fueron apagando porque el merecido
descanso había llegado. Eran aproximadamente las tres de la mañana del día miércoles 4 de febrero de 1976. Todos
en mi pueblo dormían.
A lo lejos se oía el ladrido de algún perro que no podía
dormir, porque en la noche no pudo conseguir alimento para engañar las tripas.
¡De pronto se sintió un meneo suave de
la tierra! todos dormían tan
plácidamente que muy pocos sintieron el temblor, pero en seguida otro más
fuerte que hizo estremecer la tierra, solo tardo como
treinta y tres segundos, ¡pero qué daño
que causó!
En ese momento yo trate de
comprender que estaba pasando, pero todo fue en vano, a mi corta edad y mi
desconocimiento del caso me impedían comprender
lo que estaba sucediendo. Me levante de mi cama e intente encender la luz, pero fue inútil, la luz no encendió
porque los cables se habían roto en su totalidad. En ese momento busque como
salir pero no podía, porque unos envases de vidrio que estaban jateados en la
entrada de mi dormitorio se habían caído por el temblor y se habían quebrado
todos, eso me daba miedo porque en la obscuridad no encontraba mis zapatos
pensando que algún pedazo de vidrio me lastimara, recuerdo que gritaba llamando
a mi hermano para que me trajera un par de zapatos, pero lo único que escuchaba
era la voz de él, pidiendo auxilio igual que yo, al no tener respuesta a mi
llamada opte por salir, no sé cuánto tiempo pudo haber pasado pero cuando salí
al
patio de lo que fue mi casa, no podía ver absolutamente
nada.
casa destruida por el terremoto del 1976
La luz artificial en ese momento
no existía para nosotros. Recuerdo haber encontrado a mis papas y nos
preguntábamos que está pasando, mi madre lloraba preguntando por mi hermana
Antonieta, nosotros ni siquiera sabíamos
dónde estaba ella, porque toda la casa estaba totalmente derrumbada. Adobes,
vigas, tejas todo por los suelos.
Mi vecina -Doña Chusita gritaba,
¡ayuda! ayuda! Mi hermano y mi
cuñada murieron, no los encuentro, por
favor que alguien traiga una candela! ay, ay, ay gritaba y lloraba, Pero quien
podía auxiliarla en ese momento, si al ratito se oyó otra vecina gritando de la
misma manera y otros y otros… y es que
nadie sabía lo que estaba pasando, solo los gritos de los vecinos
delataban que algo malo había ocurrido.
. Mis hermanos y yo queríamos
sacar a mi hermana de los escombros pero
no mirábamos nada, porque todo estaba a
obscuras, además no teníamos ni siquiera
un martillo, todo se había
quedado enterrado. Esa madrugada solo se
oían llantos y lamentos, todos preguntaban por algún familiar, pero nadie daba
razón de nada. Aproximadamente a las
cinco treinta de la mañana salieron las primeras luces del día,
Pero venían acompañada de una
ligera llovizna, el cual hacia todo más preocupante porque no teníamos donde
guarecernos del agua. Recuerdo que entre los escombros buscamos algunos pedazos
de lamina y alguna regla para hacer alguna covacha tipo apache, porque el agua
arreciaba. Ya con las primeras luces del día pude ver el rostro de mi mama
totalmente golpeado, quizás por algún pedazo de abobe o yo que sé. Lo cierto es
que cuando salí a lo que unas horas
antes eran las calles bonitas de mi pueblo, esto estaba intransitable porque
toda la tierra de las casas caídas lo tenía totalmente arruinada
Esa madrugada por curiosidad fui
al parque de mi población, pero mi sorpresa
fue enorme, porque el templo parroquial estaba totalmente por los
suelos, la municipalidad igual, la gente buscando ayuda ¿pero quién? si todos estábamos
en las mismas, para colmo de males llego la hora del desayuno ¿y qué comer? si
todo había quedado enterrado, no teníamos agua, no había molino de nixtamal, no
habían tiendas y si hubiera ¿con que dinero? solo por medio de algún radio
receptor nos enteramos que esta
catástrofe había sido terrible, que
había sido un Terremoto, !Terremoto! de gran magnitud porque afectó muchas
poblaciones de mi Guatemala, especialmente en el departamento de Chimaltenango. Ese día todos
lloraban, todos eran hermanos, todos
clamaban a Dios, porque decían que era el fin del mundo, cuantos cuerpos
sin vida pude observar en la acera que
daba al frente, de lo que fue la municipalidad de aquel entonces, personas que
quizás un día antes yo los había saludado, pero en ese momento los
encontré sin vida. Qué pena,
muertos por aquí y muertos por allá, todo era tristeza, todo era dolor. El tiempo transcurría, regrese con mi
familia y la lucha continuaba para sacar
a mi hermana de los escombros, llegaron mis primos a la que un día fue mi casa,
preguntando por su mama, no nos acordábamos que esa noche mi tía se había quedado durmiendo en el cuarto
de mi hermana, porque al día siguiente pensaban realizar un viaje, mi
hermana nunca se imagino que ese día era
su viaje a la eternidad. Como a las 11
de la mañana por fin logramos sacarla de los escombros junto a su beba, Gledia
Lorena ¡pero ya no pudimos hacer nada! ella y su pequeña hija ya habían
partido para siempre. Mi madre lloraba, preguntándole a Dios ¿por qué, por qué? y el silencio era su
única respuesta. El trabajo continuaba porque aun faltaba sacar a mi tía, que
después de tanto esfuerzo la logramos sacar, ya casi moribunda, pero que
gracias a Dios vivió muchos años
todavía.
Los temblores seguían asustándonos,
el día siguiente más o menos como las 11 de la mañana vino otro de una gran
intensidad que nos hizo clamar a Dios. Ese día todos decían que podía brotar
una epidemia, porque los muertos eran incontables, hubo que pedir ayuda al ejército
de Guatemala para abrir una fosa común en el cementerio, recuerdo que la gente
colaboraban echando los cuerpos sin vida en la máquina para llevarlos a
enterrar, sin caja, sin corona, sin cantos, sin nada, algunos totalmente desnudos, otros en una
bolsa plástica o algún petate, toda la gente estaba alborotada,
La ayuda del Ejército de
Guatemala vino a aliviar un poco nuestro dolor, porque traían víveres medicina y tiendas de campaña,
algunos durmieron bajo algún pedazo de nylon, otros bajo algún pedazo de
cartón, porque la ayuda del Ejército no se daba abasto. Pero eso sí, todos los
Sampedranos luchando para sacar adelante a su familia, algunos pensaron que en
San Pedro, ya no era conveniente vivir y se fueron para los planes o en algún
otro lugar aledaño, otros pasaron meses en el parque viviendo dentro de una
champa, tal es el caso de la única farmacia que había en aquel entonces, la
farmacia Ideal, de Doña Estelita, que mas de alguna vez, nos pincho a los
Sampedranos. Esos días se vio la verdadera hermandad, la solidaridad, todos se
ayudaron mutuamente limpiando los escombros, todos sacaron adelante a lo que
hoy es San Pedro Sacatepéquez, en el
Departamento de Guatemala.
San Pedro Sacatepéquez se ha
distinguido por ser un pueblo con habitantes llenos de entusiasmo y con deseo
de superación. El terremoto de 1976 botó todas las casas de adobe y tejas, pero eso vino a enseñarnos que debemos de
mejor nuestras construcciones, es por
ello que en pleno siglo XXI todas las construcciones de las casas son en un
95º/o de blocs, terraza y
lamina de zinc. Sus calles todas están pavimentadas. Seccionadas en 5 zonas, las calles y avenidas
están debidamente numeradas. En ese tiempo surgió este dicho: "Guatemala
esta herida pero no de muerta".